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Aviso : ESTE BLOG SE HA TRASLADADO A http://tee-reflejos.blogspot.com.es/

sábado, 21 de julio de 2012

¡El Nuevo Blog!

Exacto, ¡¡Ya tengo el blog!!
El Link: http://tee-reflejos.blogspot.com.es/
Ahí encontrarás la sinopsis de la historia y otra pequeña sorpesa.
En las esquinas hay unas pestañas que se despliegan, una de ellas se llama 'Asesinos', clicas ahí y te saldrá la opción de seguir el blog. Pero por favor, sígueme solo si vais a leer, no me gustaría tener floreros.

sábado, 14 de julio de 2012

Tengo fecha!



Queridos asesinos míos, ¡Tengo una buena noticia! Tal y como dice el título de la entrada, ¡ya tengo fecha para empezar a publicar en el blog! Exacto, sí, sí, no sueñas. Después de haceros esperar durante tanto tiempo, por fin volveré ha este mundillo del que he estado desaparecida. La verdad, lo echaba de menos.
Pero bueno, estarás deseando que me deje de rollos y escupa ya la fecha. Publicaré el prólogo el Lunes 27 de Agosto.

¿Desilusionados? Bueno, espero que no sea así. Aún queda un poco, pero si habéis vivido hasta ahora sin Yary, podréis hacerlo durante un mes más. Aún no tengo sinopsis, en cuanto esté lista la subiré.
Creo recordar que avisé que me haría un blog nuevo y comenzaría de nuevo. Cero visitas. Cero seguidores. Cero entradas. Tranquilidad, os proporcionaré la dirección del blog nuevo una semana antes aquí mismo.

Me gustaría agradecer con antelación a todas aquellas personas que han seguido ahí al otro lado de la pantalla esperando pacientemente. Me gustaría agradecéroslo con esta historia, ojala os guste tanto como a mí me está gustando escribirla.




Cambio y corto.

martes, 22 de mayo de 2012

Lectores, no os he olvidado!

Bueno, hace ya meses que no doy señales de vida por el blog. Esto es una excepción, vengo para contaros noticias frescas frescas. Ahí van.
Lo primero es para deciros que seguramente este verano suba la nueva historia de Yary. Y ahora os preguntareis '¿Nueva? ¿Cómo que nueva?', haber  que no cunda el pánico. Me explico; recomencé a reescribir la historia, y he de decir que es totalmente diferente (sigo manteniendo a los personajes). Estoy segura, esta os gustará más. Aún no tengo sinopsis fija, en cuanto tenga una permanente la colgaré por aquí.
¿La fecha? Aún no lo sé, pero supongo que sobre agosto, principios de septiembre. Quién sabe, tal vez lo suba en julio.
Lo segundo, que abriré un nuevo blog en cuanto empiece a subir la historia, pero ya os dejaré el link en una entrada bien grande.
Por ahora eso es todo lo que tengo que decir.
Me gustaría agradecer de antemano a la persona que más me está ayudando en este proyecto pero de la cual su nombre no puedo desvelar porque es secreto de estado, la mamá de Alec Surrealista.
Y sobretodo a todos esos seguidores que confiaron en mí, y que siguen ahí, esperando pacientemente a Yary. Gracias.
Y aquí me despido. 
Cambio y corto.


domingo, 19 de febrero de 2012

Última parte del relato.



/Siento mucho el retraso, pero es que es una larga historia (nunca confiéis en un portátil viejo). Para compensar me he esmerado y lo he alargado. ¡A leer se ha dicho! /

Yary caminaba con pasos largos, mientras el polvo se pegaba a su vientre húmedo. Se soltó la coleta y dejó que las ondas aún húmedas cayeran en forma de ‘V’ por la espalda, el mechón más largo le llegaba hasta más debajo de la mitad de la espalda. Se pasó la mano por la frente y se apartó el flequillo. El aire fino y helado bajaba poco a poco la temperatura de sus mejillas.
Daan la seguía desde atrás, con la camiseta medio desgarrada. Se llevó la mano a la tela que hacía de venda en el brazo. Aún le dolía. Los mechones de su pelo dorado estaban húmedos de sudor, lo cual provocó que las ondas despeinadas que solía tener habitualmente, se rizaran más. Se metió las manos en los bolsillos mientras caminaba de forma tranquila, o eso era lo que quería aparentar, pero tenía los músculos del cuello y los hombros tensos, más de lo que le gustaría. Observaba con curiosidad la forma de caminar de Yary, decidida, firme. Tal vez lo que él no sabía era que la asesina estaba maldiciéndolo silenciosamente, en su mente.
Se escuchó un ruido de cristales romperse. Los dos se detuvieron. Daan se reincorporó y sacó las manos de los bolsillos. Ambos se miraron con el ceño fruncido. Yary blandió la última navaja que le quedaba y acercó al lugar de donde había provenido el ruido. El rubio la siguió a paso rápido hasta llegar junto a ella.
―Ha sido una ventana, de ese bloque― señaló la asesina con un gesto de cabeza.
Todo estaba demasiado oscuro como para ver bien, pero se distinguían los destellos de puntas de cristal provenientes de una ventana.
―No hace tanto viento como para romper un cristal― sentenció él― Ha sido una advertencia.
Ella se agachó y tomó un pedacito de cristal en la mano, lo observó y luego miró al chico.
―O un señuelo.
Unos breves y suaves pitidos provenientes de alguna parte de la calle alarmaron a Daan, que miró a ninguna parte con el ceño fruncido. La asesina lo miraba de reojo, pensativa.
―Las dos cosas― susurró con voz alarmada mientras tomaba a la chica por la muñeca y echaba a correr, obligándola a moverse.
― ¡¿Qué haces?! ― preguntó ella  en un gritó intentado zafarse.
Daan no contestó, simplemente con un tirón la tiró unos metros por delante de él, empotrándola contra la pared de otro bloque, con brusquedad pero sin intentar hacerle daño. Cuando llegó hasta ella, la obligó a mantenerse sentada y a taparse los oídos, pese a todas las dificultades que le ponía Yary.
< ¡Pam!>
De repente todo era fuego y lluvia de cristales y cemento. Sintió una punzada de dolor que llegó hasta lo más hondo de su alma. Algo había explotado no demasiado lejos, dejando ahora humo y ruinas en el mismo lugar donde escasos segundos antes habían estado observando el cristal roto. Yary, ceñuda  y con los ojos abiertos de par en par, miraba mientras jadeaba el lugar que podía haberse convertido en su muerte. Luego miró al rubio quien le respondió con una mirada cansada, con las comisuras de los labios crispadas, algo fuera de lo normal en él.
Algo le hacía cosquillas, dolorosas. Se miró el brazo y descubrió un cristal clavado cerca de su muñeca, atravesando la cazadora de cuero. La sangre ya hacía rato que brotaba, oscura y elegante, escurriéndose por entre los surcos del cuero.
Daan le tendió una mano para ayudarla a levantarse y le tomó el brazo para atemder la herida, sin cambiar la expresión, pero ella lo ignoró con desdén y lo apartó hacía un lado. Miró el cristal de su brazo y apretando los dientes lo arrancó de su piel, como si no le molestara lo más mínimo, aunque en realidad ahogó un gemido de dolor. Luego lo miró con una expresión gélida y lanzó el cristal al suelo con fuerza, demostrando de qué pasta estaba hecha.
El asesino la miró entrecerrando los ojos y se arrancó un trozo de tela de la camiseta. Ella suspiró y lo empujó a un lado, no había tiempo para tonterías ni para vendas.
No tenía pensado darle las gracias, nunca las daba y aquella no iba a ser una excepción.
Daan iba a abrir la boca para hablar pero ella lo miró rápidamente.
―Ignóralo todo y continuemos, no tenemos tiempo que perder con heridas sin importancia ― lo miró con el ceño fruncido mientras se giraba ―  ¿Por dónde se llega a la carretera?
Él se encogió de hombros y tiró la tela al suelo, de mala gana.
―Creo que por ahí― contestó señalando con la cabeza al frente.
Yary echó a correr rápidamente mientras blandía la navaja en la mano derecha y mientras la chupa de Daan bailaba con el viento, al igual que su pelo. Él sonrió y sacando la pistola del interior de sus pantalones salió corriendo detrás de Yary, como si fuera su sombra.
Los dos estaban seguros de que llegar a la carretera sin toparse con ningún tipo obstáculo no era nada más que otro bonito deseo. Los tenían vigilados, continuamente, aunque les pesara. Ambos eran conscientes de que algo o alguien los miraba y jugaba con ellos como si fueran muñequitos. Ellos querían demostrar que valían más de lo que el cerebro de la trama pensaba, quienquiera que fuera ese. Al menos ella lo quería. A él solo le importaba salvar su propio pellejo. Bueno, podía ser que la chica también le importara, al menos un poco.
Los edificios se alzaban altos, ruinosos, oscuros, malvados, proyectando sus sombras sobre la calle, entorpeciendo más la vista. Formaban una especie de laberinto de callejones en el que perderse resultaba tan fácil como respirar.
En aquel momento la recompensa máxima sería poder robar un coche y volver a casa.
Cruzaron la esquina, y, cumpliendo con sus temores, más hombres de gafas negras e impecables trajes negros salieron de algún lado que Yary no supo distinguir por la oscuridad.
Eran cinco.
No tardarían en llegar más.
Los dos pararon de golpe, sin ninguna muestra de asombro, ya sabían que tarde o temprano iba a ocurrir. Los ‘enmascarados’ llegaron hasta los asesinos rápidamente. Había poca la luz y sus trajes parecían plateados por la luna. La gomina de su cabello resplandecía como si fuera metal.
―No me toques― advirtió Yary a uno de los hombres que la había agarrado por un hombro. No la soltó. Sonrió con burla y agarró su brazo, ignorando su advertencia― Que no me toques― volvió a decir elevando el tono de voz y mirándolo con una mirada gélida, intentando atravesar el cristal de esas gafas negras. El resto de los hombres ya los habían rodeado.
Yary se encogió de hombros y tras eso se zafó del otro con un giro y levantando el brazo con la fuerza y elegancia propia de un caballero, le clavó la navaja en el pecho. Sintió el contacto de la sangre en las manos, estaba caliente. Mientras hacía esto el resto de hombres se abalanzaron contra ella.
―Nunca toquéis a una señorita con carácter si os dice que la dejéis en paz― espetó Daan con la voz juguetona mientras disparaba contra el hombre más próximo a Yary― Eso solo lo hago yo.
Todo ocurría muy deprisa. El cuerpo calló con un golpe sordo, parecía haberse roto la nariz por el impacto, y levantó polvo que llegó la boca de ella. Miró de soslayo a Daan y vio la sonrisa dibujada en su rostro. Casi parecía disfrutar.
Yary golpeó con la pierna a otro que iba hacía ella, dejándolo a la altura de sus manos. Atrapó su cuello y a partir de ahí el proceso de convertirlo en cadáver fue sencillo. Daan por su parte ya se había librado del cuarto hombre y había tirado al suelo al quinto, al que se le habían caído las gafas y mostraba unos ojos de color miel. El asesino estaba agachado sobre él y posaba la punta de la pistola sobre su garganta, apretando tanto que parecía que le agujerearía la piel. Los mechones ondulados le caían sobre la cara, como enredaderas.
―Bueno, supongo que podré hacer una excepción contigo― Daan hablaba con un tono malicioso mezclado con otro dulce y duro al mismo tiempo. Una mezcla apropiada para calar hondo. Miraba a su presa con los ojos entrecerrados― Corre y ve a avisar a tu amiguitos, si quieres ―siguió diciendo mientras se levantaba, apartaba y movía la pistola al hablar.
El hombre se mostró indeciso pero pasados unos segundos empezó a arrastre por el suelo y a levantarse torpemente. Echó a correr hacía unos cubos de basura y se metió en otro pequeño callejón. Daan levantó la pistola y disparó después de una pequeña carcajada despectiva. En ese momento a Yary le pareció un psicópata, tal vez después de todo lo fuera.
―Odio a estos tíos, parecen salidos de Matrix, aunque no saltan veinte metros, obvio― comentó Daan mientras se guardaba la pistola en los pantalones―  Quienquiera que maneje esto tiene muy mal gusto, sin duda― Sentenció sin esperar una respuesta.
― ¿Y nosotros lo tenemos? – dijo Yary apartándose pelo de la cara con un tono de voz más frío― Yo voy en sujetador y tu llevas una camiseta echa girones. Que yo recuerde esto no es lo que se lleva en las pasarelas.
Por un momento, Daan pareció recordar que su compañera iba en sujetador con su cazadora por encima. La miró de arriba abajo, luego al suelo y se encogió de hombros sin mirarla.
―Tal vez, no lo sé― miró al callejón a donde segundos antes se dirigía el hombre, y cambió de expresión― El resto de hombres vendrá por ahí. Tenemos que darnos prisa, y salir echando leches de aquí. El cabecilla de esto tiene muchos asesinos a su cargo.
Empezó a caminar rápido. Ella lo siguió pero hizo un gesto brusco con la mano herida y no pudo evitar que se le escapara un pequeño gemido. Daan se giró y la observó pero ella negó con la cabeza.
―No acabo de comprender que pueden querer de nosotros― comentó Yary para desviar la atención a otro lado.
Él la volvió a mirar un momento, con una mirada entre seria y traviesa.
― Matarnos claro está. No será la primera vez que nos adelantamos y conseguimos las cosas antes que este grupo de idiotas. Lo de las joyas solo eran un señuelo. Supongo que quieren venganza, Víctor no manejaba esto, tan solo era una marioneta. Dereck habrá vuelto a elegir mal a sus amigos.
Yary se encogió de hombros
―Será eso.
Él silencio los inundó, pero no fue incómodo, más bien tranquilizador. Ya no notaban tanto el frío como antes, solo el amargo sabor de sentirse atrapados en un laberinto con perros hambrientos por todas partes.
Siguieron caminando un buen rato más sin hablar, aunque algunas veces se miraban de reojo con disimulo, intentando que el otro no lo notase. Daan rió para sus adentros al darse cuenta.
Yary paró de repente, lo que hizo que él chico se quedara mirándola, también quieto, ceñudo.
― ¿Qué pasa?
Yary agitó la cabeza.
―Nada, me parecía haber escuchado algo. Falsa alarma.
Daan respiró con fuerza y se dio la vuelta para seguir caminando. Tenía la pistola bien agarrada a la mano. Yary también apretó con fuerza el mango de su navaja. La hacía sentir segura de algún modo.
Se escuchó como un coche pasaba a gran velocidad por el asfalto. La carretera estaba más cerca de lo que pensaban. Daan miró a Yary y esta asintió. Ambos echaron a correr.
El callejón seguía siendo oscuro, tal vez por eso no se dieron cuenta de que llegaban a un callejón sin salida.
―Mierda― espetó él.
Ella miró a la ventana que había en la pared. Sería la de algún local, debería haber salida hacia el otro lado de la calle. Se acercó a ella, el cristal era viejo. Con un golpe de codo lo rompió y se deslizó por el hueco con agilidad. Daan no tardó en hacer lo mismo.
El interior estaba oscuro y olía a madera mojada, la estancia estaba ajena a cualquier otro tipo de olor. Una luz débil entraba por un la ventana rota de la pared. Tendrían que manejase a tientas. De verdad parecía una estupidez haber entrado ahí.
La asesina empezó a caminar lentamente, con las manos por delante y los sentidos a alerta. Palpó lo que parecía una barra de bar y siguió con los dedos toda su curvatura hasta llegar al final.
Sintió que algo chocaba contra ella.
―Eh, ten cuidado― replicó Yary con un tono frío. Daan solo esbozó una pequeña risa. Ella lo apartó de su cuerpo con un empujón.
Algo sonó fuera, como pisadas y tintineos. Yary se giró hacía la ventana y tras distinguir una sombra negra fuera se tiró al suelo con delicadeza, enganchando al otro asesino por las muñecas. Lo tiró junto a ella y le tapó la boca con las manos. Él no opuso resistencia, captó enseguida el mensaje; había algo peligroso fuera. Se escuchaban débiles susurros.
― Creo que son ellos. Tenemos que encontrar la salida y largarnos sin hacer ruido ―le susurro ella al oído.
Sintió que el chico asentía y le quitó la mano de la boca. Daan se reincorporó y empezó a caminar agachado. Yary lo seguía guiada por el resplandor de su cinturón. Tocaba todo lo que podía con las manos, para evitar chocar de bruces contra algo.
Escuchó como Daan atrapaba el pomo de una puerta y lo abría. Ella agarró la camiseta de él, bueno al menos lo que quedaba de ella, para ayudar a guiarse, ya que ahí la oscuridad ya era total. Yary rozaba con la mano derecha la pared, la hacía sentir segura.
Notó que cruzaron la habitación y llegaron a otra, pero no tenían ni idea de donde estaba la salida. Los dedos de la asesina palparon algo de plástico frío, y al tratar de averiguar que era notó que algo de esa pieza se hundía hacia adentro y que de repente una luz cegadora inundaba todos los rincones de la planta. Era un interruptor.
Yary miró a Daan rápidamente y este le envió una mirada entre cansada y enfadada. Se escuchó el ruido de gente entrar por la ventana, y susurros esta vez más fuertes.
Ella echó a correr hacía una ventana tapada con madera. Él se giró rápidamente y cerró la puerta con el pestillo y se apoyó contra ella para ejercer presión. A asesina esperó que Daan le gritara o le llamara algo realmente feo, como abría hecho ella en su lugar, pero se alegró de que él no lo hiciera.
Tomó un paragüero de acero lo golpeó contra las maderas. Se movieron un poco y crujieron.
Los hombres ya aporreaban la puerta y Daan luchaba contra la fuerza que ejercían. La asesina debía darse prisa si no queria que los combirtieran en coladores.
Se giró sobre ella misma y busco algo con la mirada, algo, una barra de metal o un extintor. Algo lo suficientemente fuerte como para romper la madera a medio podrir.
-¡Date prisa!- le gritó Daan.
Ella veloz corrió hasta la pared y rompió el cristal de una estantería para coger un martillo que había para casos de incendio. Le extrañó que todavía estuviera ahí.
Atizó las maderas  con la herramienta mientras el pelo mojado le golpeaba la cara como con latigazos. La maderas cedieron y la asesina las arrancó de la pared con las manos, después rompió el cristal.
Miró a Daan y este asintió.
-1...-empezó a contar el asesino en voz baja-2.........-Yary ya se dispuso a salir y la puerta se tambaleaba con más fuerza, la bisagras se romperían en cualquier momento- 3!
Daan se dirigió corriendo hacía Yary que estaba saliendo por la ventana. Los hombres tiraron la puerta abajo y comenzaron a disparar a diestro y siniestro, sin mirar a donde. A él no le quedó otra opción que empujar a la chica para que los dos pudieran salir.
Para Yary el tiempo pareció haberse ralentizado, vio cada pedazo de cristal volar junto a ella, vio la virutas de madera en el suelo, sintió el cuerpo de él cayendo sobre ella. Luego el tiempo volvió a su velocidad natural cuando impactaron contra el suelo.
No se tomaron tiempo ni para respirar y salieron corriendo. Uno de los hombres se asomó a la ventana y disparó pero la bala no impactó contra ellos. Daan respondió disparando hacia atrás.
La luz de las farolas de la carretera estaba cada vez más cerca, al igual que el sonido de las pisadas y de las balas contar el viento. A ella el brazo le sangraba líquido escarlata y a él la venda ya se le había empapado. Quedaban 20 metros para llegar a la carretera.
Llegaron a la salida del callejón. Un corro de chicos  miraban expectantes a las dos nuevas personas sudadas y jadeantes que habían aparecido casi de la nada. Daan se resguardó tras la esquina del edificio y disparaba contra los hombres. Los jóvenes se sobresaltaron al escuchar el sonido de los disparos y empezaron a preguntar todos a la vez. La asesina ignoró las preguntas y se fijó en la moto de color rojo oscuro que estaba aparcada.
-La moto. La necesito- su tono de voz era frío y amenazante, sin ninguna pizca de amabilidad.
-Ni de coña, es mía- respondió uno que tenía la gorra de lado- Nos piramos, no queremos malos rollos.
-¡Maldita sea!-gritó,Daan mientras volvía la cabeza para sorpresa de todos- ¡No tenemos tiempo para gilipolleces! Dale las llaves- Se giró un momento, pero aún  pendiente del callejón y apuntó al chaval con la pistola- Ahora
El chico levantó las manos con los ojos abiertos como platos y tendió la llaves a la asesina, tras eso, él y el resto salieron corriendo
Yary se montó en la moto y encendió el motor, que sonaba elegante, como el rugido de un león.
Aceleró y pasó al lado de Daan, quien se montó en un salto mientras disparaba al frente, contra uno de los hombres.
El viento golpeaba la cara de ambos. Los sonidos de disparos ya eran lejanos, y la tranquilidad ya los había invadido, aunque sus expresiones seguían siendo frías y duras.La melena de ella volaba enroscándose con los mechones de él. Las manos de Daan cubrían el vientre frió de Yary, dándole calor, y sentía su barbilla  apoyada su hombro.
Intercambiaron una mirada cómplice y ella aceleró.

¿Fin?


///
Y bien, ¿Qué os ha parecido el relato en general?

domingo, 29 de enero de 2012

Relato parte 9

/Nota: Sé que dije que este era la última parte, pero me estaba quedando muy largo. A si que lo voy  ha dividir en dos partes. Ale a disfrutar/

Daan echó a correr como alma llevada por el demonio mientras disparaba hacía atrás esperando oír el ruido de un cuerpo desplomarse al suelo con un ruido sordo. El viento le golpeaba la cara con dolorosa velocidad. La oscuridad reinaba, vencida únicamente por la leve luz de la luna que iluminaba todo con delicadeza. Sin embargo necesitaba más luz, mucha más luz para actuar bien. ¿Dónde se había metido Yary? Se le ocurrió gritar su nombre, pero decidió no hacerlo, sería una estupidez y luego ella le daría una torta por haberlo hecho. Si es que lograba encontrarla.
Dispararon un par de veces, pero las balas solo impactaron con objetos del suelo que no lograba distinguir, tal vez alguno de esos  fuera un vagabundo. Él disparó un par de veces hacía atrás.
El polvo del suelo volaba a su alrededor y amenazaba con metérsele en los ojos. Intentó correr más rápido forzando a sus piernas y a su respiración. No obstante, la rodilla le falló un momento, lo suficiente como para hacerle perder velocidad. Escuchó las terroríficas voces de los hombres que lo perseguían golpeando sus oídos. Siguió corriendo como pudo, medio cojeando. Volvieron a disparar desde atrás. Se echó a un lado, sin embargo, esta vez una de las balas le rozó el brazo llevándose consigo pedazos de tela y piel. Notó como el líquido escarlata fluía rápidamente por su piel.
Tan solo escuchaba el fuerte martilleo de su corazón, que le hacía daño.
Los sentía cerca, asquerosamente cerca. Pisándole los talones. Le dolía rodilla y el brazo. 
Algo centelleaba desde el suelo. Apretó fuerte los dientes, tomó un la tapa del cubo de basura metálico y lo lanzó como si fuera un platillo volante hacía la oscuridad sin saber a dónde iría a parar ni contra que impactaría. Escuchó un gemido y algo desplomándose. Sonrió y siguió corriendo.
Un hombre con gafas oscuras apareció a su lado, desde detrás de una farola e hizo un ademán de golpearle. Daan soltó una palabrota ¿De dónde había salido? Jadeaba, tenía las venas del cuello marcadas, y de la mano le goteaba sangre. La furia era la que actuaba ahora en él. Agarró al hombre por los hombros antes de que pudiera hacer nada y le asestó un par de puñetazos y patadas para luego tirarlo al suelo, en mitad de la calle y dispararle. Tal vez así los que lo seguían tropezaran.
Siguió corriendo. Disparó un par de veces más hacía atrás pero pareció no haber matado a nadie, simplemente herido.
De repente, algo lo tomó del brazo mientras estaba distraído y lo empujó violentamente a un pequeño y estrecho callejón. Daan apoyó la mano buena en la pared del fondo para evitar chocar y aplastar a la persona que lo había llevado hasta ahí, quien quedo atrapada entre la pared y su cuerpo, y seguía sin soltar su brazo, aunque estuviera empapado de sangre.
Daan, ceñudo,  miró el rostro del individuo, y gracias a la escasa luz que la luna emanaba pudo toparse con los ojos plateados, facciones afiladas y ondas azabache de la persona que minutos antes había estado a su lado y había desaparecido casi por arte de magia. Yary. Ella lo miró a los ojos un par de segundos y luego apartó la mirada hasta su brazo  herido, él en cambio seguía mirándola con la misma expresión desde arriba, cómo queriendo agujerearla, mientras jadeaba.
Las pisadas de los hombres eran cada vez más intensas y cercanas. Yary frunció el ceño y miró al frente. Daan giró la cabeza, pero no se movió porque la asesina de forma inconsciente agarraba su torso con fuerza. Como si tuviera miedo de que al chico se le fuera la olla y que intentara plantarles cara. Le gustaba ese contacto, le hacía sentir seguro, protegido.
Cuando los hombres pasaron ni siquiera repararon en el callejón, pasaron de largo. Los dos asesinos permanecieron en silencio hasta que las pisadas se volvieron susurros nocturnos y lejanos. Entonces ella lo soltó de golpe, sin mirarlo. Tal vez algo avergonzada.
―Eres muy lento―sentenció ella sin mirarle. Él rió levemente ― Y estas sangrando.
Él se reincorporó, apartando la mano de la pared, y de alguna manera liberándola de la ‘prisión’ que había hecho con su cuerpo. Se tapó la herida con la mano.
―Solo es un rasguño.
―Lo sé. Pero la sangre deja rastro―explicó mientras se miraba las manos manchadas del líquido. Levantó la mirada, fría y afilada, como de costumbre― Tampoco creo que sea conveniente que te desangres antes de llegar a casa.
―¿Desde cuándo te preocupas por lo que pueda ocurrirme?
―Desde que Dereck me tiene bajo amenaza.
Él apartó un momento la vista.
―Ya…Dereck.
La chica sacó el cuchillo y tomó la camiseta del chico, quien la miraba atónito. Rasgó un trozó de tela por la parte de abajo, dejando el abdomen al descubierto.
―Si querías que me quitara la camiseta solo tenías que pedírmelo― le dijo el rubio mirándola con sutileza, buscando sus ojos, pegándose más a ella.
― Cállate― espetó la asesina mientras lo empujaba a un lado y le ataba el pedazo de tela alrededor  de la herida
Yary sentía su aliento golpeándole en el cuello. Cuando terminó levantó la mirada y se topó con los ojos verdes tapados con greñas rubias que le revolvían el interior. Escuchó su respiración e incluso notó el contacto de la piel de sus dedos rozándole.
―¿Puedes parar de hacer eso? ―rogó con tono cansado.
―¿Hacer qué? ― preguntó Daan alzando una ceja.
 Ella suspiró y pasó por su lado apartándolo a un lado y se dispuso a salir del callejón..

domingo, 15 de enero de 2012

Relato parte 8

/Nota: Vale, tenéis permiso para matarme o hacerme lo que queráis, siento mucho la tardanza, pero es que en navidades me he centrado en la novela (que por cierto, va bien) y me había olvidado casi por completo del relato. (También mencionar que perdí el archivo y tuve que reescribir la parte. Sí, ya lo sé, más gafe que yo no hay.) 
Pues bien, dicho esto dejo que disfrutéis de la penúltima parte del relato./


—Bu—exclamó él.
El rubio paró el golpe de la chica con la mano.
Ella bufó con cansancio, no le apetecía nada sufrir el sentido del humor de Daan.
—Explícame algo— pidió él aún sin soltar la mano de ella, la cual seguía manteniendo en el aire.
Ella se giró hacia la víctima, zafándose de la mano de él. Ignorándolo.
— ¿Por qué has bajado del tejado a la casa y luego has vuelto a subir? —preguntó con cierta picardía—Sinceramente no tiene sentido…
Ella manoseó el cadáver con la furia ardiendo en su interior. No soportaba al chico y ni siquiera sabía contestarle a la pregunta porque simplemente ni ella misma sabía la respuesta.
—Si te digo la verdad, lo mejor habría sido dejarte ahí solito matando hombres con gafas negras y largarme en un taxi robado—explicó mientras daba una patada al cuerpo y se giraba—.Pero, no. Volví al tejado no sé ni porque, solo para ayudarte, algo muy poco habitual en mí. Y por cierto, casi me matan, aunque eso, como siempre, son cosas sin importancia—Pasó por su lado y lo empujó con el hombro―. Larguémonos, nos están vigilando. Tratarán de hacernos una emboscada cuando menos lo esperemos. Se supone que no deberíamos saber nada, pero todo es demasiado obvio como para pasarlo por alto. Parece que no tienen mucho arte en esto, son demasiado ruidosos y previsibles ― giró un poco la cabeza y lo miró con una cara carente de expresión, tan vacía y fría que obligó al chico a apartar la mirada.
Ella volvió a girarse y caminó hacía un borde. El frío la atizaba, golpeándole en el vientre desnudo y en el cuello. Tenía mechones de pelo negro mojado pegado en la piel y la cara. La coleta empapada se mecía levemente. No se escuchaba otra cosa que al viento susurrar idiomas desconocidos, como melodías demoníacas, tétricas, que parecían burlarse de la tensión que aparentemente había entre ellos. La luz de la luna bañó en platino líquido los rostros de los asesinos.
—Gracias—dijo Daan cruzado de brazos en la lejanía del tejado. La chica giró la cabeza de golpe y lo miró con sorpresa y odio, ella no quería ninguna clase de agradecimiento de su parte, ahora no sabía cómo debía reaccionar. Él simplemente le respondió con una mirada juguetona— Era lo que querías oír.
Ella bajó a un balcón de un salto.
―Solo quiero escuchar a la noche— respondió apoyando las manos en la roñosa barandilla, sin mirarle.
Miró abajo, a la asquerosa calle repleta de botellas vacías y basura amontonada en las esquinas. El viento llevaba consigo el hedor a alcohol y motas de polvo.
Yary escuchó como Daan bajaba de un salto al balcón y se colocaba junto a ella al mismo tiempo que le susurraba a una peligrosa distancia: ―Yo soy la noche, Yary.
Ella giró el rostro hacía él. El pequeño aro negro que el chico llevaba en la oreja resplandecía, al igual que el bello rubio de los brazos y las greñas doradas. Los ojos verdes perturbadores se clavaban en los plateados de ella.
―No llegas ni a sombra― le respondió Yary con el mismo tono de voz juguetón que había utilizado él a la vez que se giraba y le daba con la coleta en la cara. Rió para sus adentros.
Yary se deslizó hasta las escaleras de incendios que había junto al balcón. Estaban oxidadas, frías y ásperas, el contacto con ellas era molesto, aunque casi no sentía nada por lo heladas y entumecidas que tenía las manos. Parecía que la temperatura de la noche bajaba por momentos. Cuando llegó al final de la escalera aún faltaban un par de metros para llegar al suelo. No vaciló ningún momento y se precipitó hacia abajo.
Aterrizó en postura felina y levantó polvo que voló por todos los rincones y que manchó el cuero de sus botas militares. Alzó la cabeza; se encontraba en un cruce de caminos, y ninguno fiable. Los tres estaban sumidos en oscuridad, lo único que alumbraba la zona era la luna llena y un aplique de luz junto a una vieja puerta que había bajo la escalera de incendios, seguramente sería la salida trasera de un bar abandonado.
Algo iba mal. Lo podía notar en el ambiente, en el olor, tal vez solo fuera su intuición.
Un ruido la alteró y provocó que sacara su navaja.
―Lo siento ― se disculpó Daan que había saltado de la escalera al suelo― No pretendía asustarte― su voz sonaba a pulla, o eso le pareció a ella.
Las comisuras de Yary se crisparon y volvió a mirar al frente.
―Ojala pudiera creerte.
El chico emitió un sonido parecido al de la risa y se colocó a su lado, tapando parte de la luz del aplique, lo que entorpecía la visión, que ya de por sí sola era nula. Ella lo miró con el ceño fruncido y cara de cansancio y lo apartó con un empujón de codo en las costillas. Daan se quejó y la miró con cara de dolor, pero ella lo ignoró.
―Los de la derecha e izquierda no me convencen, deberíamos ir por el del frente― explicó el chico con una mano en el bolsillo del pantalón y la otra acariciándose las costillas dolidas.
― ¿Qué? ― preguntó ella que no le había prestado atención, estaba demasiado concentrada en algo que había distinguido en el frente.
― Estoy hablando de los caminos ― explicó clavándole la mirada― He dicho que iría por este, el del frente.
Ella arrugó la nariz y entrecerró los ojos mirando a algo que el chico no supo distinguir. Preparó la navaja.
―No, no es por ahí. Imposible.
― ¿Por qué?
Ella acarició la punta de la navaja con el dedo y acto seguido la lanzó al frente. Él chico la miraba con las cejas levantadas, sin comprender.
 De repente un cuerpo apareció de la oscuridad y cayó al suelo. Tenía la daga atravesándole el cuello y sangraba a borbotones. Llevaba gafas oscuras, como los otros dos tipos que habían matado antes.
―Por eso― Le respondió Yary con voz dura a la vez que aparecían más hombres tras el cuerpo, dispuestos a matarlos.
―Oh Dios…. ― susurró Daan con voz queda a la vez que sacaba la pistola y echaba a correr siguiendo a Yary que ya le había cogido ventaja y ya había sido engullida en un manto de oscuridad.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Relato parte 7

/nota: Siento el retraso, la navidad....../


Daan soltó una palabrota mientras impactaban contra el suelo. A ella las tejas sueltas le rozaron el vientre desnudo y le hicieron pequeños arañazos. Rodaron hasta atrás de una tejavana que los resguardaba. Notó como parte del cuerpo de él la aplastaba, aunque eso solo duró un par de segundos ya que el chico se reincorporó y tomó la navaja en las manos. Ella levantó un poco la pistola y disparó un par de veces más al frente, sin saber contra qué impactarían las balas.
─Con esa navaja no conseguirás hacer nada.
Él seguía intentado no aplastarla demasiado. Ignoró su comentario.
─Tenemos que salir de aquí como sea─ siguió diciendo ella.
Él emitió un sonido de resignación.
─Dime algo que no sepa─ respondió mientras le arrebataba la pistola de las manos y se la cambiaba por la navaja ─.Se te dan mejor los cuchillos a ti que a mí.
Ella lo miró un segundo y acto seguido al frente. Aún no se veía a la persona que disparaba contra ellos, según parecía se había alejado al escuchar los disparos de Yary. Miró velozmente a su alrededor, necesitaba algo para salir de allí.
─Distráelo como sea─ ordenó la mercenaria al chico mientras intentaba salir del debajo de su cuerpo.
─ ¿Qué vas a hacer? ─ preguntó con voz seria, intentaba agarrarla pero ella avanzaba rápida a gatas hacia el borde del tejado.
─Sacarnos de aquí─ respondió quizá demasiado áspera.
Yary dedicó una mirada fría a Daan y se descolgó tejado abajo, hasta llegar a un pequeño balcón de piedra con las barandillas oxidadas. Vio la calle abajo, extrañamente desierta, tal vez demasiado. Eso no era normal, teniendo en cuenta la zona en la que estaba. ‘Son realmente idiotas si piensan que voy a caer’, pensó con desdén. Con una patada derrumbó la estropeada puerta de balcón.
Escuchó disparos que provenían del tejado, miró un poco arriba pero solo vio niebla. Se apresuró en entrar en la casa.
Todo en el interior era antiguo y ruinoso, en algunos lugares faltaba suelo y de no andar con cuidado podía caer a la planta inferior. Olía a frío y humedad, se veían motas de polvo volar por la estancia. Se escuchaba silencio.
Apretó fuerte el cuchillo contra ella y se peinó el pelo hacia atrás con una mano para que no le entorpeciese la visión, aunque pasados dos segundos parte del flequillo volvía a cubrirle el ojo derecho. La madera crujía con fuerza, ella frunció el ceño, sentía que el suelo se abriría en cualquier momento dejándola caer y precipitarse contra el suelo y eso le hizo retroceder. Se obligó a si misma a alejar esa sensación de su cuerpo y se irguió. Se agarró el pelo en una coleta alta y caminó con decisión y sigilo. Aún no sabía que es lo que iba a hacer para sacar al rubiales y a ella misma de esa situación entre la vida y la muerte, pero todo iría sobre la marcha, como de costumbre
Aunque la casa tuviese que estar en total, o en casi total penumbra ya que las ventanas estaban cubiertas con troncos de madera, no lo estaba. De alguna parte entraba luz, demasiada.
Continuó caminando casa adentró. Cruzó lo que sería un pasillo y se adentró en una habitación. No encontró forma de salir, solo manchas de humedad en las paredes y mohosos muebles. Suspiró y salió la habitación, debía darse prisa o el chico podría pasarlas canutas. Aunque a ella no le importaba demasiado él, sino la bronca que le caería por parte de Dereck, su jefe. Pero en realidad, eso tampoco la inquietaba.
Notó algo líquido bajo sus pies. Era un pequeño charco de agua. Miró al techo. Por un momento pensó que se trataba de una gotera, pero cambió de opinión cuando se dio cuenta de que había muchos más . Recordó, aquella tarde había llovido. Parecían provenir de otra habitación, en la que también se podía ver un gran charco. El agua de esa sala reflejaba la luz de la luna. Eso solo podía significar una cosa.
Corrió mientras el agua le salpicaba las piernas. Llegó hasta la puerta y se asomó.
— Eureka — exclamó en voz baja al descubrir que en el techo había un agujero que daba a otra parte del tejado.
Arrastró una vieja cómoda plagada de musgo y apoyó sus manos en ella presionando. La madera, que estaba húmeda, se hundió levemente hacía abajo y resonó con lo que parecía un alarido. Suspiró, dudaba de que ese mueble soportara su peso, aunque solo fuera un par de segundos.
De repente escuchó unas pisadas por el pasillo. Pisadas fuertes y decididas que avanzaban velozmente hacia donde estaba ella. Su número de pulsaciones aumento por momentos. Se dispuso a subirse a la cómoda para llegar al tejado, pero al apoyar la mano en una esquina del mueble y levantarla se fijó que se había manchado de un líquido escarlata.
Sangre.
Miró al agua y advirtió que estaba tintada de rojo, algo en lo que no había reparado antes.
Fue entonces, en esos momentos de reflexión cuando el individuo del pasillo apareció. Tenía los ojos ocultos tras unas gafas negras con los cristales rayados. Le faltaba pelo. Marcas de cicatrices en la cara y tez morena, sucia y brillante por el sudor. Tenía la camisa blanca y los pantalones negros de pinza rasgados y con manchas de sangre por todas partes.
Mostró su mano con una pistola negra y la levantó.
—Por fin—jadeaba— Te tengo. Tu cabeza tiene un precio muy alto, aquí en la frontera ¿Sabes?
Ella se cruzó de brazos fingiendo que no le molestaba la pistola que le apuntaba. Mostraba indiferencia.
—Sí, eso me han dicho — ladeó la cabeza un poco hacía un lado— No entiendo el porqué, tan solo soy otra joven problemática más, que se desahoga cortando cabezas— respondió con ironía notable.
El hombre rió. Ella cambió la expresión de repente y lo miró fríamente. El otro calló.
—Aquí han matado antes a alguien, o al menos herido. Cortesía de la casa supongo.
El otro se rascó la cabeza sin dejar de apuntarla.
—Supones bien.
— ¿Venganza?
— ¿Debería? —preguntó el otro.
Ella se encogió de hombros.
—No lo sé, después de todo han matado a Víctor, tu superior.
Él se quitó las gafas, mostró un unos ojos oscuros rodeados de arrugas. Sus comisuras se crisparon.
—Nadie más sabía eso. ¿Fuiste tú?
Ella puso los ojos en blanco.
—No te hagas en tonto. Sabes, sabéis, de sobra que fui yo — Lo dijo con un tono de voz despreocupado, estaba jugando con él como si fuera una marioneta— Todos buscamos lo mismo. Algunos simplemente tienen que salir del juego para dejar paso a otros. Es así como funciona todo —hizo una pausa deliberada— ¿no? —agregó con maldad.
—Zorra— espetó con rabia el otro mientras apretaba el gatillo y disparaba.
Yary se lanzó al suelo y rodó  hasta quedar al frente de él y golpearle con la pierna derecha desde abajo. Los dos se empaparon de agua y sangre. Por el impacto soltó el arma que se perdió por la sala.
Él la golpeo con fuerza en la cara, y ella lo cogió por la camiseta y rodó hasta conseguir colocarse sobre él, e inmovilizarle apretando las rodillas contra su abdomen mientras le asestaba puñetazos en la cara. Comenzó a fluirle sangre desde la mandíbula.
Él la apartó como pudo y agarrándola por el cuello la empotró contra la pared de madera y apretó su cuello. Ella le golpeó con una pierna el vientre y consiguió cortarle la respiración. Aprovechó ese momento para blandir la navaja de Daan y acto seguido abalanzarse contra él, tirarlo al suelo y clavarle el filo en el pecho.
De repente, reinó el silencio.
El agua se tiñó de un color mucho más intenso que antes. Brillante rubí líquido, que fluía por la ropa y se escurría por el pecho de la víctima. Las manos de la asesina, así como el resto del cuerpo, estaban manchadas de lo mismo.
Yary se paso la mano por la frente apartando el flequillo, mojado al igual que el resto de la coleta. Se levantó despacio y miró arriba, la luna se distinguían entre la niebla. Se subió con cautela a la cómoda, la cual se tambaleó de forma peligrosa hacia ambos lados, y llegó al tejado. Respiró una bocanada de aire y se dispuso a buscar una escalera de incendios con la que bajar a la calle u a otro lugar. Algo le decía que más gente la estaba buscando.
Al caminar por el tejado, a la lejanía vio alguien tirado en el suelo. Frunció el ceño con extrañeza y avanzó hacía el cuerpo.
Se trataba de otro hombre con gafas oscuras, esta vez con pelo, con heridas de bala en el vientre. Se arrodilló junto al cuerpo para registrarlo. No llevaba nada, y no tenía balas en la pistola.
Alguien le tocó la espalda.
Ella se giró en el acto dispuesta a pegar un puñetazo al individuo. Se encontró de frente con unos ojos claros, una sonrisa traviesa y despeinadas greñas doradas y onduladas. Daan.
—Bu—exclamó él.
El rubio paró el golpe de la chica con la mano.